Ante todo, la lonja es un símbolo. Símbolo de la actividad que ha supuesto y
supone para Bermeo la pesca, donde el pescado se traslada del mar, del barco
a tierra, donde se muestra, se exhibe, se valora y se vende; para alejarse después
tierra a dentro para su consumo.
El edificio de la lonja, a pesar de estar hoy día fuera del conjunto del casco
antiguo, está muy presente en su escena, en la escena cotidiana del puerto
viejo, ya que su visual a ras de suelo, da la sensación de ubicarse en mismo
espacio, ya que no se percibe la lámina de agua que separa ambos lugares.
El anterior edificio no consiguió convertirse en símbolo, ni siquiera representar la
actividad que albergaba.
Esta ampliación, sin negar la anterior, es una nueva oportunidad de la lonja para
convertirse en referencia inequívoca de su actividad, para convertirse en símbolo
del Bermeo “arrantzale”, donde se aprecie a simple vista su esencia pesquera,
donde cualquiera puede deducir que es ahí; donde se corta el bacalao.
